Hay pequeños placeres
enormes
en la vida.
Desde ver una puesta de sol,
sentir la brisa de otoño en la cara,
escuchar las olas del mar,
comer el suculento plato que el árbol de turno
nos cocinó durante meses
a medida y capricho
(y necesidad)
...
Por supuesto
que otro de los grandes placeres
es amar,
y,
especialmente,
amar en carne,
que da
enorme placer
al cuerpo
a la mente
y hasta
puede que
al alma.
Pero uno de los usos más
fascinantes
e inteligentes
que se puede hacer
de la cama
es
usarla
para
leer a dos
sobre ella
(o dentro de ella).
A turnos.
Yo te leo,
leo para ti,
y para mí.
Tú lees para ti,
para mí.
Gozamos.
Comentamos.
Compartimos.
Hacemos
el amor.
También así.
¿Que aún no lo has probado?
¿A qué esperas?
Gerttz